A pesar de la enorme influencia que se les atribuye a los medios de comunicación, nuevamente ha quedado demostrado que, a pesar de sus recargadas tandas publicitarias y líneas editoriales empeñadas a determinadas candidaturas, éstos no definen una elección como pudo suceder antaño. Como se vio en la reciente elección presidencial en el Perú, a la prensa le cupo una participación activa en el proceso, que no se caracterizó precisamente por su objetividad.
Esto nos demuestra, por cierto, que en el Perú los medios de comunicación si gozan de una plena libertad de empresa, aunque lo propio no pueda decirse de la libertad de expresión. A esta fanfarria, orquestada principalmente por los candidatos que manejaron una mayor logística, debe de añadirse las burdas maniobras de la mayoría de encuestadoras que fabricaron candidatos favoritos para desorientar al electorado.
En realidad, lo que acaba de suceder con la prensa capitalina, liderada por el diario El Comercio y los principales canales de televisión, es realmente cuestionable. Pues, abdicando a la imparcialidad que debieron mantener, intentaron inducir al voto porque uno de los candidatos no era de su preferencia.
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